Me faltan vidas para echarle huevos a las causas perdidas, para
enfrentarme a los ojos del espejo que me miran aterrados buscando algún
puente desde el que anunciar su suicidio. Y es que tengo el alma por las
rodillas esperando a que termines de quitármelo, sin tener que suplicar
tu desconsideración hacia el resto de mi ropa. Mi ombligo echa de menos
el calor del tuyo, asumo que hay demasiados polvos de tu cama a la mía.
Supongamos que tus marcas son de nuestra guerra, que las cosquillas sólo
las busco yo, que los papeles los pierdo cuando te tengo rondando
alrededor de mi lengua. ¿Te das cuenta lo cerca que estamos de mi
principio y de tu fin?.
Puedo doler, puedo reconstruir castillos de princesas despeinadas que caminan por piedras de playas vírgenes. Puedo sentir el escozor de la salitre pero no los pies, conseguir cada vil idea que propongan tus manos mientras lames mis heridas. Deshacerme de tu paso por mis piernas.
Porque los desastres son personas como yo, a las que les falta mar para hundir tus restos y mundo para esconder sus trozos. Rompemos el vaso en vez de llenarlo de agua. Nos vendamos los ojos para que la caída sea más estrepitosa. Somos esos kamikazes a los que les roban hasta las mariposas del estómago.
Y lo mejor, es que somos tan idiotas como amantes de la vida.
Puedo doler, puedo reconstruir castillos de princesas despeinadas que caminan por piedras de playas vírgenes. Puedo sentir el escozor de la salitre pero no los pies, conseguir cada vil idea que propongan tus manos mientras lames mis heridas. Deshacerme de tu paso por mis piernas.
Porque los desastres son personas como yo, a las que les falta mar para hundir tus restos y mundo para esconder sus trozos. Rompemos el vaso en vez de llenarlo de agua. Nos vendamos los ojos para que la caída sea más estrepitosa. Somos esos kamikazes a los que les roban hasta las mariposas del estómago.
Y lo mejor, es que somos tan idiotas como amantes de la vida.